LA EXPANSIÓN PASIEGA EN LOS CONFINES DE TORANZO. EL CASO DEL SOMO DE ALDANO
Conocemos la intensidad contemporánea del debate identitario. Sin ánimo de entrar en él, y con el único objetivo de testimoniar el conocimiento científico, histórico y etnoarqueológico que podemos tener acerca del asentamiento de las poblaciones de las feligresías pasiegas en los Montes de Pas, exponemos aquí los últimos avances de esta índole acerca del proceso colonizador en las lindes de lo que dio en conocerse como Aldano y «la cabeza de Luena», pertenecientes durante el Antiguo Régimen a la jurisdicción del valle de Toranzo.
Hito o mojón de Bustafrades (foto S. Real). |
1. La formación de lo propiamente pasiego en su espacio de ocupación
Lo que sabemos, por los análisis zonales, acerca de los asentamientos pasiegos en las cabeceras cantábricas —la presencia de restos de antiguos chozos de sel y corrales, la localización de las primeras cabañas de dos plantas y de las iniciales cerradas en anillo ocupando las brenas y pastizas comunales, o las fechas inscritas en las cabañas de Pas y la documentación escrita más antigua, presente sobre todo en los largos pleitos por lo que el profesor Leal denominó «conquista de una dignidad» [1]— nos muestra una extensión del poblamiento inicial no más allá de los confines del barrio de Troja. Solo hasta el somo de Brenagudina alcanzaban los derechos primigenios del monasterio castellano de Oña (ermitas y parroquias, con el cobro de diezmos y primicias, y pastos). A partir de ahí entraba la jurisdicción torancesa, y recordemos que este valle era perteneciente desde la plena Edad Media a las antiguas Asturias de Santillana [2]. El límite derivaba también de la jurisdicción civil de la villa de Espinosa de los Monteros sobre los montes a partir del privilegio real otorgado por el rey Enrique III a la misma y conocido como Privilegio del Herbaje (1396). Dicha documentación siempre señala el río Troja como el territorio de los privilegios reales espinosiegos [3] y la concesión, más tarde, del Villazgo a San Pedro del Romeral (1689), con su primer deslinde, lo confirma. Los mojones se situaban, de sur a norte, en Pidruecos, Bustafrades, El Navajo, Brenagudina y Bustalastras.
Límite occidental de los llamados Montes de Pas, en su pertenencia a Oña y Espinosa. |
A lo largo de los siglos XVI y XVII tenemos datos del fenómeno de cerramientos de comunal y levantamiento de cabañas en estos lugares, por diferentes vías, sobre todo por los numerosos pleitos documentados. Recordemos también que aparecen estas feligresías un tiempo como agregados al Valle de Carriedo, que pretendía prohibir por ello los cerramientos, las talas y la construcción de chozas y cabañas de los pasiegos ya asentados. Sin embargo, en la jurisdicción civil siguieron siendo vecinos de Espinosa y en la jurisdicción eclesiástica pertenecientes a la parroquia de Bárcenas de Espinosa y al monasterio de Oña, que por ello recaudaba allí los derechos y diezmos. Por las derivadas de esta situación, los litigios van a ser una constante hasta la independencia jurisdiccional de las Tres Villas de Pas en 1689. Las causas de los mismos estarán en la indefinición jurisdiccional y los problemas de límites, dando lugar a mutuas y continuas prendadas del ganado forastero, tratándose de imponer, por ambas partes, los supuestos derechos propios.
En esta zona occidental de los Montes de Pas, dentro de su territorio jurisdiccional, no se conocen hallazgos arqueológicos de época medieval y, en concreto, ninguna necrópolis de las denominadas «de repoblación». Estas, por el contrario, son numerosas en Carriedo y Toranzo. Deducimos, por tanto, que la ocupación de los montes se reduciría a establecimientos temporales de verano ocupados por pastores en los numerosos seles que ya empiezan a ser reconocidos, y que en nada se diferencian de los de los territorios comarcanos de Toranzo. Seles como los de Cueto Berana, Sel de la Fuente, Selduenda, Sel del Oso, Sel del Tijo, Sel de Yuso, Sel de Peñía, Sel de la Linde, Sel del Hoyo, Sel de Alcedo o Sel del Haya, entre muchos otros [4].
La privatización de los seles pasiegos y los primeros asentamientos de invernada no saltan a la documentación hasta las sentencias de 1517 y 1538. En el fallo a raíz del pleito contra Carriedo y Espinosa, en 1561, se dice «Que el dicho Pedro Sáinz Pelayo, y sus consortes, moradores en los dichos Montes de Pas, puedan cortar árboles... por el pie para el edificio de sus casas y cabañas y cerrar los prados que en los dichos montes pudieren». Obsérvese que habla no sólo de cabañas sino de casas. Creemos que se ha de referir el documento a mejores edificaciones, probablemente ya de dos plantas, para la invernada; momento éste del cual tenemos los primeros testimonios grabados en los dinteles de algunas primitivas casas y cabañas. Y, sin duda, las técnicas y formas de cerrar derivaban de los corrales y bellares propios de los primitivos seles, cerradas de forma redondeada y paredes en seco junto a la choza-cabaña. De aquellas primeras cerradas en el occidente pasiego tenemos fechaciones a partir de las inscripciones existentes en los dinteles: 1518 en El Estallo, 1626 en El Rellano, 1538 en la Plaza de San Pedro, 1569 en Brenacabera y 1595 en El Pardillo. Ya en los siglos siguientes empiezan a ser más numerosas estas inscripciones, como las fechas de 1718 y 1728 en las cabañas de Brenagudina.
En este tiempo histórico se va a producir la evolución de los modos de vida propiamente pastoriles, a la manera del resto de la cordillera Cantábrica, a la cultura ganadera intensiva pasiega sustentada sobre la muda, el abonado y la siega constantes de las fincas cerradas por ocupación [5]. Además, las formas culturales ya identifican con claridad esta población. En 1634 un testigo en el pleito dice que «...a conocido que son habitantes de los dichos montes, porque las tales mujeres todas traen un mismo hábito por donde son conocidas ser de los dichos sitios de sel de la Vega y San Pedro del Romeral y generalmente llamadas mujeres pasiegas y los hombres pasiegos dándoles nombre de tales los sitios, feligresías e montes de Pas en que habitan». Pero el proceso no será, en sus comienzos, fácil —vemos los pleitos— ni por igual, existen diversas formas y modos. En realidad, esta fase se caracteriza por las dudas y la experimentación de los modelos, de las que sólo una manera se extenderá final y completamente.
Acerca de esa fase experiencial de la ocupación pasiega y la cristalización del modelo definitivo recordemos los casos de Castromorca, en Espinosa de los Monteros, y el del sel del Gurrullo en Valdició de Soba. En el primer caso, el de Castromorca, el modelo a desarrollar se parece más al establecimiento de un espacio seudoaldeano en las alturas, una verdadera aldea de «veraniza» (breniza) con padrones de vecindario incluidos. Un modelo asimilable al de algunos otros lugares de la cordillera Cantábrica, como el de las «brañas» vaqueiras. En el sel del Gurrullo, por contra, el modelo experimentado fue el finalmente adoptado en todo Pas, el paso desde la choza con corral aledaño a la pradería cerrada y su cabaña. En este caso la evolución —consideramos que en el siglo XVIII— se da por transformación directa, agregándose cerradas con cabaña y así originándose el cabañal, pero no un poblamiento más o menos nuclear como en el caso espinosiego anterior. En nuestra opinión los comienzos de la práctica de «la muda» tuvieron mucho que ver para el éxito final del modelo pasiego de ocupación del territorio a partir de los cabañales
El sel del Gurrullo, un ejemplo exitoso de colonización pastoril en los Montes de Pas. |
2. Las evidencias visibles en el somo de Aldano
En los confines con el valle torancés localizamos otra experiencia de ocupación con cerradas que será el objeto de esta publicación. Nos referimos a las grandes cerradas constituidas en los collados y pandos de altura del cordal montañoso que separa el río de Aldano y el de Luena.
Hemos atestiguado la existencia de numerosos seles, lugares para pasar la noche el pastor y su ganado, en esta zona. Próximos a esta divisoria de aguas se encuentran el Sel del Hoyo, el Sel de Alceo y el Sel de la Lama. Estos restos de chozas y, a veces, pequeños corrales, siempre situados a resguardo y cerca de manantiales de cabecera, fueron el testimonio más antiguo de los aprovechamientos ganaderos de diente en lo que en su día fueron pastizales de verano de la jurisdicción del valle de Toranzo. Estos seles antiguos eran pertenecientes individualmente a los concejos aldeanos de dicho valle y, al igual que en el resto de la cordillera, aparecen bien documentados desde la Edad Media, siendo muy abundantes las citas a partir del siglo XIV.
Sin embargo, cuando entramos en los siglos XVII y XVIII, ya en la Edad Moderna, hasta estos lugares va alcanzando la presencia del dominio privado de ciertos seles que documentan la presencia de aparceros o arrendadores pasiegos. Es también en este tiempo y contexto, y no antes, cuando aparecen los actuales cabañales y fincas, tipológicamente ya pasiegos, en el entorno mediante un proceso continuado, y no pacífico, de ocupación de los comunales toranceses de altura en la zona de Luena-Aldano (El Sel, Los Picones, Aldano, El Hornal, Casa Encimera, Busnuevo, Sel del Haya, Sel de Alceo, Pando, Pandoto, Sel del Hoyo, Sel de la Lama, Los Campillos...) [6].
Pero, como
acabamos de decir, conocemos otro tipo de seles en los altos. Hablamos de los
cerradones del somo, concretamente los de Avellanedo, Ventosío y Corva. En la
divisoria de aguas que representa el cordal que en sentido sur-norte desciende
desde el Cueto de Bustafrades hasta Busnuevo se localizan una serie de
elementos y estructuras de carácter pastoril y ganadero de sumo interés. Repasamos
ahora sus evidencias en el paisaje.
Ubicación de los cerradones del somo de Aldano (Iberpix). |
En el lugar del Navajo, en la zona situada parte abajo de una gran piedra horizontal, junto a un manantial y sobrepasando la ladera encharcada y llena de junqueras que le da nombre, descubrimos lo que pudo ser un chozo o pequeña cabaña pastoril de planta rectangular pero de escasa definición constructiva, inmediata a lo que pudieran ser los restos de alguna pared de cerrada. En este lugar el mapa topográfico recoge el topónimo El Sel, muy probablemente relacionable con esto.
Continuando el cordal hacia el norte, alcanzamos el cabañal de La Corva (pradera de Aldano) que muestra que se formó a partir de un lugar de pastoreo. Como prueba se localizan, junto al manantial existente en cabecera, los restos de un chozo rectangular distinguible en sentido noroeste-sureste, con posible acceso al sureste, para las dormidas y custodias del pastor (aprox. 6,5x5 m de planta) que guardaba el ganado en régimen extensivo.
Ruinas del chozo de Corva (foto S. Real). |
Aspecto de la pared derruida de la cerrada de Corva (foto S. Real). |
Hito, con cruz de calvario, de Corva. |
Ruinas del chozo existente en Ventosío, junto a la cerca de piedra de la cerrada. Abajo: ruinas de los muros de la cabaña de Ventosío. |
Estaríamos así ante un antiguo sel con chozo para pastoreo extensivo reconvertido en finca con cabaña —ambas hoy abandonadas— muy similar en todo al de Corva. En el lugar, en el interior de la cerrada y junto a las ruinas de la cabaña, tenemos otro mojón divisorio con similar cruz de calvario al referido en Corva.
Bajo el alto de Ventosío, al oeste y en terrenos de Luena, en Avellanedo, encontramos un antiguo chozo de pastor muy arruinado, de planta rectangular (3,5x3 m) y vano de acceso al sur, armado en seco.
Algo más al oeste existen las evidencias de una amplia cerrada (de poco más de 7 ha de superficie) de pared en seco, de doble paramento con relleno interno (0,60 m aprox.), sin cantear ni carear la piedra, que engloba la loma descendente y su pastizal. En la parte superior de la misma es visible la ruina de una cabaña de cierto tamaño (12x7,50 m aprox.) con vano a la cuadra al sur (de planta rectangular y con igual tipología y obra que las descritas. En el interior y hacia el fondo de esta cerrada se perciben también las ruinas de una cabaña dúplice (18x8 m aprox.) con medianería, construida con doble paramento de piedra arenisca, en seco, y con un posible vano desplazado del eje al mediodía y otro al norte, algo más centrado. La cabaña meridional es mucho más pequeña si tenemos en cuenta la medianera aún visible. Aquí, de nuevo, nos encontramos con un viejo sel que dio paso a una finca al modo pasiego que finalmente también fue abandonada.
Ruinas de una de las cabañas de Avellanedo. |
Se trata, por tanto, a nuestro parecer, de un valioso paisaje histórico y etnográfico, este de los seles y cerradas en la divisoria actual entre Luena y la villa pasiega de San Pedro. Por un lado, constituyen un importante testimonio de las formas bajomedievales de pastoreo (los antiguos chozos señalados) y, por otro, de su reconversión posterior (los cerradones y cabañas) en las fases experimentales de surgimiento del sistema pastoril y ganadero propiamente pasiego. Al tiempo que también testimonian los enfrentamientos históricos por los deslindes de jurisdicción. En aquellos momentos posteriores a 1689 —año de la concesión del Villazgo a los habitantes de los Montes de Pas [7]— los colonos van cerrando terrenos comunales del valle y laderas de Aldano y consiguen su reconocimiento a partir de las sentencias de los pleitos, levantando al fin un nuevo deslinde en este cordal o somo, cuyo testimonio está en los hitos nuevos que allí se levantan.
Los aportes documentales de esos largos litigios entre, primero las feligresías pasiegas y los valles colindantes de Carriedo y Toranzo [8] —recordemos que la iglesia de San Pedro del Romeral aparece citada a mediados del siglo XVI, y la de El Rosario, que pretendió convertirse en parroquial, en 1632— y, a partir del Villazgo, entre dichos valles y la villa de San Pedro, han ofrecido algunos datos de la presencia pasiega en la zona que nos ocupa. Concretamente en 1610 de la titularidad de estos seles y cerradas que ostentaba la élite local, que también tenía predominancia en los concejos. En aquél año el Sel de Corva era del Mayorazgo de la Casa de Villegas de Villasevil y el Sel de Ventosío de Miguel Portilla, presbítero de San Martín de Toranzo. Ya en 1748 el pasiego Antonio Ruiz Zorrilla aparece arrendando el Sel de Corba al cura de San Andrés de Luena [9]. Pensamos que las cabañas grandes de las cerradas estarían en relación a este tipo de arrendamientos, pues ya por entonces los habitantes de Pas las construían con la tipología que hoy identificamos como propia.
El cerradón de Prao Corva desde el sur (foto S. Real). |
Detalle del mapa de T. López de Vargas de 1774. Contiene la división jurisdiccional por el somo de Aldano. |
3. La pasieguización de Aldano y la Cabeza de Luena
Estamos, a juzgar por lo que llevamos expuesto, ante el testimonio de otra experiencia en la ocupación del territorio comunal, que evidencia un modelo diferente, finalmente fracasado, pero de una ocupación territorial que era incontenible. Esta colonización acabó desarrollándose conforme al modelo evolutivo surgido a partir de los antiguos seles de extensivo como el expuesto Sel del Gurrullo. Es decir, de la implantación del cabañal pasiego que está alcanzando en aquél tiempo estos confines occidentales.
En el siglo XVII la documentación referida a la zona empieza a ser abundante y explícita, mostrando una ocupación del espacio mucho más densa y una población, ya establecida, muy pujante. En esos momentos aún no encontramos el valle del río Aldano ocupado más que estacionalmente por seles y pastizas del valle de Toranzo. La población de la feligresía de San Pedro acometerá en el siglo siguiente la expansión fuera de su jurisdicción, lo que, como se ha indicado, multiplica los conflictos con ese valle. Su resultado: en 1763 este lugar de Aldano ya nos aparece como desgajado de Entrambasmestas (Toranzo) e incorporado a la villa romerala [10].
Pese a que no conocemos el detalle del abandono final de aquella ocupación del somo de Aldano, ciertos factores pueden ayudar a comprender dicho fracaso. Algunos físicos, como la alta exposición para las personas que supone vivir, aunque sea en verano, en estas alturas (871 m de El Ventosío), en un espacio extremadamente expuesto a los vientos y temporales. Pero sostenemos que los factores socioeconómicos fueron los más decisivos. Por una parte, la pérdida de peso de las casas de la nobleza local —los detentadores de la propiedad de estos seles— y las desamortizaciones del siglo XIX, y por otra la mejor adaptación a la gestión privativa del modelo de casa-cabaña con finca cerrada que venía imponiéndose en todo el territorio en el siglo XVIII, y que había ya dado origen a los cabañales de los barrios de Aldano, de Resconorio o de Carrascal.
El proceso de
ocupación pasiega, a partir de los pleitos, alcanza entonces con claridad este
somo y se procede a un nuevo deslinde y ahitamiento, de lo que resulta una
evidencia la localización de ciertos hitos (Corva y Ventosío) que son de un
tipo diferente a los más antiguos que aún se reconocen en Pidruecos y
Bustafrades. Se trata de piedras de menor tamaño y porte —no más de 70 cm
sobresaliendo del suelo— que muestran en una de las caras una cruz latina de
calvario.
Detalle de la cara oeste del mojón de Corva, con la letra identificadora de jurisdicción (foto de S. Real). |
Finalmente, con
la consolidación en el siglo XIX de la administración municipal actual, los
límites entre el ayuntamiento de Luena, uno de los derivados de la
desmembración de la antigua jurisdicción torancesa, y el de San Pedro del
Romeral quedaron señalados en una divisoria que otorgaba el valle del río
Aldano a la villa romerala, aunque Resconorio y Carrascal permanecerán en la
jurisdicción de Luena. Pero el hecho cierto de la distancia —importante en
aquellos tiempos de desplazamientos de uña— que separaba este barrio Aldano de
su casa-ayuntamiento, explica su pretensión de desarrollar una plaza propia, para
el barrio y sus praderas, en el monte del Hornal (iglesia-cementerio, escuela y
bolera), lo que no se consolidó tampoco finalmente, dado que se impondrá la
circulación rodada a motor.
✒ Manuel García Alonso
Arqueólogo e historiador
[1]
A. LEAL, A.: Los pasiegos: colonización
del entorno y conquista de una dignidad, Vega de Pas, Santander 1991.
[2] GONZÁLEZ ECHEGARAY, M. C.: Toranzo. Datos para la historia y etnografía de un valle montañés,
Cantabria Tradicional, Santander 2000.
[3] GARCÍA ALONSO, M.: La
cabaña pasiega. Origen y evolución arquitectónica, Gobierno de
Cantabria - Consejería de Cultura y Deporte, Santander 1997.
[4] GARCÍA
ALONSO, M.: «Los orígenes del modelo de ocupación de los Montes de Pas. La
última colonización de la montaña cantábrica», Poblament, territori i historia rural (J. Bolòs i Enric Vicedo,
eds.) VI Congrés sobre Sistemes Agraris, Organització i Poder Local, Lleida
2009, pp. 639-675. Y «Etnoarqueología de los seles en el sector central de la
Cordillera Cantábrica», Kobie
Antropología Cultural, nº 23, Bilbao 2021, pp. 91-120.
[5] GARCÍA
ALONSO, M.: La cabaña pasiega. Origen y
evolución arquitectónica, Ed. Gobierno de Cantabria - Consejería de Cultura
y Deporte, Santander 1997.
[5]
RUBIO MARCOS, E.: Pasiegos de Burgos. Los
últimos trashumantes, Gráficas Aldecoa, Burgos 2005.
[6]
GARCÍA ALONSO, M.: «Los orígenes del modelo de ocupación de los Montes de Pas.
La última colonización de la montaña cantábrica», Poblament, territori i historia rural (J. Bolòs i Enric Vicedo
eds.) VI Congrés sobre Sistemes Agraris, Organització i Poder Local, Lleida
2009, pp. 639-675.
[7]
LEAL, A.: De aldea a villa. Historia
chica de las Tres Villas Pasiegas, Asociación Científico Cultural de
Estudios Pasiegos, Santander 1991.
[8] ESCAGEDO SALMÓN, M.: Costumbres
pastoriles cántabro-montañesas, Imprenta Provincial, Santander 1921.
[9]
ARCHIVO HISTÓRICO DE CANTABRIA, Toranzo, leg. 4. Nº 514.
[10] GARCÍA ALONSO, M.: La
cabaña pasiega. Origen y evolución arquitectónica, Ed. Gobierno
de Cantabria - Consejería de Cultura y Deporte, Santander 1997, PP. 139-146.
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